Santa Tere.
( Para Andra, Ro, Berni y Deivid. )
A dos semanas de volver, es mi obligación hablar de Santa Tere, el barrio
que me devolvió la integridad y la alegría plena en México.
Santa Tere es muy Santa Tere, osea, suena a como realmente es.
El nombre completo es Santa Teresita por supuesto, pero nada sería igual llamándolo
así. Es Santa Tere y punto.
Un barrio barrio, con gente real, con laburantes, con miles de negocios de
todo lo imaginable y esperable en un barrio barrio mexicano.
Santa Tere tiene vida, banderines y papel picado con los colores más mexa.
Tiene puestitos bizarros y tiene a Cucú Taco y la Coca Cola en bolsita. Tiene
casitas pintorescas, rojas, verdes, violetas, y gente que se ríe en la calle y
toma aire en sus mecedoras, chicos jugando a la pelota y transeúntes
que pasean, que compran, que trabajan y viven.
Santa Tere es simplemente hermoso, con callecitas y callejones que a la
noche pueden ser medio siniestras, pero nada del otro mundo tampoco. Yo camino
y vivo y me muevo igual que allá, como a la vuelta de casa, como en el Parque
Castelli, o como en el diagonal. Igual igual.
Santa Tere tiene en Joaquín Angulo, entre Andrés Terán y Pedro Buzeta, en el
numero 1487,
el interior C.
Y en el interior C está toda esa integridad y alegría que me faltaba.
Desde que llegamos nos invadió la paz y la tranquilidad tan propia de estar
en casa. No solo la de estar con amigos, divirtiéndonos y pasándola bien, sino la
de estar en familia.
Y hoy podría haber escrito sobre el domingo y de lo lindo que lo pasamos en
Guayabos, ese lugar hermoso en el medio del bosque, con el laguito, la pileta y
lo parecido que es a La
Madriguera y la casa de los Weasley, diría Andra.
O también podría haber contado de ayer a la noche en Andares, el shopping
tal vez más increíble y careta que vi en mi vida. Aunque fresa y cheto como pocos,
es muy lindo y con flores, palmeras y fuentes por todos lados. También podría
haber contado de como me hizo acordar a Audrey Hepburn en Desayuno en Tiffanys
cuando dice que sentía que nada malo podía pasarle allí, el lugar más seguro
del mundo. Y si, es cierto, uno se siente así. Entre estúpido y contento, que
se yo.
Pero no, la verdad que no. Hoy necesité agradecerle a la vida algo mucho más
grande, y es el haberme cruzado con Santa Tere.
Y entonces recorrí al amado barrio toda la tarde, solo y felíz, y caminé y
caminé, y en un momento parecía que se iba a largar a llover, el cielo naranja
tronaba y el calor lo pedía, pero no, aún no.
Y seguí caminando hasta mucho más lejos que el Soriana y el Mc Donalds y más
más lejos, hasta que subí a esa escalera mecánica a quién sabe dónde, y entonces me
recibió una enorme planta de jazmines que me penetro por los poros y la mente y
los ojos. Y el corazón.
No se por qué pero sentí que iba a llorar de felicidad, y de rareza también. No lo hice.
Y entonces volví a la casa, felíz.
Esta noche volvimos a cenar todos, vino Tihany también y Camila. Hice unos
spaguettis con una salsa invento de brócoli y champignones que a todos pareció
conformarles, y me gustó. Porque por adentro mientras cocinaba pensaba en que
hoy, justo justo hoy, dentro de dos semanas clavadas, voy a estár de regreso en
casa. Y fue raro, volver a casa aún estando en casa. La del interior C. De
casa.
Y me gustó que cuando las visitas se fueron, como siempre, quedó la familia ahí,
echada en el piso cual morsas, descostillándose de la risa a más no poder.
Felices y en familia.
Hasta que Andra se animó, y fue la primera en atacar. Y les contó a todos
que recién ayer leyó mi capitulo de La rumana, y que lloró, y que se lo envió a
su prima en Canadá, quien también lloró, y esta a su vez lo tradujo al rumano y
se lo mandó a toda la familia. Y que por lo tanto, en Rumania, varias personas
están leyendo el capítulo de La rumana, en rumano. Y yo acá en Mexico, entre carcajadas, casi lloro también.
Siguió Berni, mi carnal Berni. Carnal de hermano, eso quiere decir. Que hoy tuvo un día
tremendo en la oficina, que estuvo estresado todo el día y mala onda, y que no
llega con los tiempos y todas esas cosas chotas que nos ponen tan mal. Pero que
lo único en el mundo que lo esperanzaba y reconfortaba, era saber
que iba a regresar a casa y que íbamos a estar todos juntos acá esperándolo, que
eso le daba fuerzas y que lo pone felíz, más que todo. Y el hijo de puta, una
vez más, casi que me aniquila. Pero me aguanté.
Deivid tan increíble como siempre, con toda su paz y esa buena gente que
tiene en la cara, no se hizo esperar, y supo coronar la situación. Que cada
noche le agradece a Dios el estár acá, en esta casa, con todos nosotros juntos
y en familia, y que así es felíz.
Y de esa forma todos morimos, una vez más.
Yo expliqué como pude y como me salió, que estos días ando un poco sensible.
Ro ya lo sabía obvio, y cuando Lou esta tarde le preguntó por mi, respondió tal
cual, -está sensible.
Yo se que ella también, lo sé.
Y no pude contenerme a agradecerles con el alma, por todo, a cada uno. Por
devolverme en este barrio, en esta casa y entre estas gentes, la ONU de Santa Tere, esa
integridad y alegría que me faltaba para cerrar este loco loco viaje en México. Que
a la vez nunca se va a cerrar, que mis nietos van a saber de ellos y que ya son
parte de mi vida, de mi alma.
Finalmente, con Berni expusimos ante todos nuestra brillante idea de la otra
noche.
La capsula del futuro. Me contó que una de las tradiciones al terminar la
prepa acá en México, es reunirse la promoción completa a escribir mensajes y cartas
para el futuro, guardarlos en unos frasquitos y enterrarlos bien profundo para
que cuando se cumplan los diez años de egresados, se junten nuevamente todos a
desenterrarlos y leerlos.
Juntos.
Y entonces se nos ocurrió hacer lo mismo entre nosotros cinco. Escribir
mensajes, cosas que nos pasaron este tiempo, anécdotas graciosas, o no tanto,
dudas futuristas, o lo que se nos ocurra. Para luego enterrarlos bien profundo,
pero acá. En el cachito de tierra que tenemos en el patio, al lado del arbolito,
o no, mejor en una esquina. Y sellar un pacto de amistad, de familia.
El de regresar dentro de diez años, estemos donde estemos, como estemos. Los
cinco.
Golpear la puerte del interior C, del 1487 de la calle Joaquín Angulo entre Andrés Terán y
pedro Buzeta, del glorioso barrio de Santa Tere, para desenterrar esos mensajes, o anécdotas
o que se yo qué cosas.
Y revivir todos juntos este mes, este pequeño mes de una vida entera y
larga, pero que quizás un poco o quizás mucho, nos cambió la vida a todos. Y
nos devolvió esa cosa que nos faltaba, o que aún todavía ni siquiera conocíamos.
Otra noche más, felices y con alguna que otra lagrima reprimida, por mi cuenta fueron varias, nos fuimos
a dormir. A soñar con esos diez años...
( Gracias, eterna e infinitamente. Los adoro.)
1 comentario:
yo lloré con este texto.
no sé si en rumano o en argentino
se me cayeron lágrimas
y fui feliz porque que estés escribiendo me pone feliz
(y que vuelvas también)
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