sábado, 11 de mayo de 2013

Crónicas del último mes en México. #4

La rumana.


Vivo con una rumana argentinizada.
Habla español argentino, bastante atravesado y si, ella siempre aclara que es rumana y no una argentina analfabeta. Me encanta cuando dice eso.
Aprendió a hablar español en Rumania mirando las novelas de Natalia Oreiro y Thalia, pero a veces inventa para no aburrirse cualquier historia.
Que su abuela era argentina y los abandonó de pequeños, o no se que otros chamuyos más.
La verdad es esa, entre Muñeca Brava y Marimar la rumana se mueve como ella quiere en México.
Al principio yo pensaba que no le caía muy bien. Siempre fue buena onda pero que se yo, cosas en el medio que hoy con el cara a cara ya están. Y vivimos en la misma casa, y somos muy buenos amigos.
Se llama Andra, pero a veces le decimos Sandra, o Tandra.
Es hiperactiva, extrovertida y bastante obsesiva, me recuerda a mi mamá.
Hoy hicimos día de limpieza. A mi me había tocado el living y a ella la cocina, pero como en verdad la cosa fue bastante despareja, la ayudé y limpiamos juntos al ritmo de Aretha Franklin y Queen. Nos divertimos mucho.
Luego fuimos a la lavandería, en la zapatería se probó todos los zapatos que pudo recorriendo en patas todo el local y finalmente compramos plantitas.
Andra es entre otras cosas, modelo. Bellísima modelo. Vivió un año en Indonesia y salió en la Cosmopolitan y en no se cuantas cosas más. Es increíble y tiene todas las de ganar.
No solo es hermosa sino que también todo parece serle tan natural y verdadero. Y la tarada se avergüenza y dice que no que no, pero si.
Tiene un hermano que se llama Sorín, mi amigo Sorín.
Sorín nos visitó durante casi un mes, y por supuesto, nos hicimos amigos enseguida.
Es una versión de Andra masculino. Solo que no habla muy bien español, pero nos la pasábamos hablando en ingles e italiano y nos divertíamos mucho. Lo extraño.

Mas allá de todo, y muy curiosamente, Andra es bailarina de tango.
Y si, tal vez suene como un personaje inventado, de película o novela. Pero no, todo es cierto.
Baila increíblemente hermoso.
Siente el tango en su cuerpo.
Ama el tango en su alma.
Vibra, gira.
Hace piruetas.
Se apasiona.
A mi me emociona como jamás me emocionó ver a alguien bailar.
Y pensé que tal vez era la nostalgia, la distancia.
Pero esta noche me di cuenta que no.
Me emociona ella, y me pone la piel de gallina. Andra tiene historia, tiene vida, y muy dura muchas veces, y eso se siente. En sus giros, sus piruetas, su pasión.
Andra tiene Rumania en su sangre y su corazón, pero tiene México, y tiene Argentina en su cuerpo.
Andra es real y honesta. Una mujer increíble, como de película o novela.
Pero no.

Entre todos los personajes que conocí en este viaje, me encantó haber descubierto a Andra. Descubierto y redescubierto en verdad.
Y siento que las cosas muchas veces pasan por algo. Y yo jamás creí que iba a tener amigos rumanos, está bien, tengo belgas,colombianos, pero rumanos que se yo.
Y así tenía que ser, la rumana argentinizada tenía que encontrase con los argentinos en algún lugar del mundo, alguna vez.
Ahora me pregunto cuándo y dónde será la próxima vez que nos encontremos, o que nos reencontremos. Pero no importa, porque estoy seguro que ya sea en Rumania, en México o en Argentina, va a suceder de todos modos, porque no somos nosotros los que lo decidimos, sino el destino.






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