miércoles, 5 de junio de 2013

Crónicas del último mes en México. #11 (final)

Un adiós a México.

Sentado en el aeropuerto de DF me encuentro tan distinto y tan distante de quien era hace tan solo 3 cortos meses largos.
3 meses de un viaje que me cambió, me modificó y me corrió el eje. Y me copa.
3 meses de incertidumbre, de eventos repentinos constantes, de sorpresas.
Incluso hasta hace dos días atrás cuando llegué a esta increíble ciudad, y de como me avasalló y me fascinó.
Un New York latino y sus chilangos. Gentes y lugares maravillosos.
Incluso hasta recién, hace minutos, en este asiento, de este aeropuerto.
Tania y sus padres defeños y su amor por los acentos y las culturas.
Todo.

Todo fue bueno, todo fue increíble, todo fue aprendizaje.
Mágico.

Se me hace casi imposible recapitular, pensar, hacer balances, no puedo.
Todo, absoluta y redundantemente todo, lo siento como un todo.
Y así me encuentro felíz, distinto y distante de quien era hace tan solo 3 meses. 3 cortos meses largos.

Y fuimos al Chichen Itzá e hicimos un temazcal en la cima, y bajamos a la presa y nos bañamos e hicimos snorkel con pececitos de colores para luego comer todos juntos un marlín asado con chilaquiles y tortas ahogadas y totopos tacos camarones sopes. Viajar a Tonalá y ver las cerámicas, y caminar tres cuadras hasta llegar a la casa azul y perderme hasta las lágrimas, no poder más y tirarme a contemplar la noche inmensa de Tulúm que nos baña de energía y de ancestros que nos cuidan siempre...

Todo es México. Y México es todo.
Todo México es mágico.

Me enseñó, me dejó distinto y distante.
Pero mejor que nunca.
Mucho más claro por dentro y oscuro por fuera.
Con su sol brillante, con su fuego milenario.

Hoy solo puedo decir gracias, eterno e infinito.
A un país con cultura, con tradiciones y gentes que se hizo casa, hogar.
Hoy solo puedo decir adiós, pero solo por un rato.
Yo tengo la certeza que México me espera, siempre, y está ahí bien adentro, arraigado en la carne y tatuado en la piel oscura de sol.
Hoy solo puedo decir adiós, pero sin antes decir hasta pronto.








Adiós y hasta pronto! Mi México mágico!

martes, 4 de junio de 2013

Crónicas del último mes en México. #9 & #10

Boro, de Guayabos.

El viernes pasado, en realidad el otro, fue la primera lluvia de la temporada en Guadalajara.
Y está muy claro que nos bendijo, a todos.
Esa noche volvimos a Guayabos a pasar el fnde en casa de Boro.
Boro es un ser increíble, un hermano. Y tengo mis sospechas de que sea un argentino encubierto, no se...
Boro emana paz y armonía, desde cuando camina hasta cuando habla.
Vivió toda su vida en Guayabos, y ahí todo cierra.
El lugar perfecto para crecer en paz y armonía, con la naturaleza, con los espíritus del bosque y de la montaña.
Guayabos es impresionante. Sus enormes árboles, sus miles de flores coloridas, sus caminitos, sus bellas casitas, su gente.
Esa misma noche Boro nos invitó al temazcal, ya que justo era viernes de luna llena y no podíamos perdérnoslo. Yo ni sabía que era un temazcal, pero dije que si.
A partir de ahí comenzamos a vivir la experiencia tal vez más increíble de nuestras vidas.
No solo nos vimos envueltos en un ritual indígena en medio de la montaña, en el bosque oscuro encendido por un inmenso fogón, sino que la lluvia constante y la luna llena y enorme lo hacía todo aún más único.
El temazcal fue pedir. Por mi familia, mis amigos y los que no tanto también. Por mi.
Fue agradecer. Todo lo bueno y todo lo malo.
Fue fuego y sacrificio.
Fue dolor. En la carne y en la piel.
Fue sanar y curar.
El temazcal fue renacer de las entrañas de la misma madre naturaleza, completamente.
Y por supuesto, fue compartirlo con las mejores personas que conocí en este viaje, y así todo fue simplemente perfecto.

El finde en Guayabos siguió su curso como debía serlo, hermoso.
Y caminamos, nadamos, comimos, dormimos. Fuimos felices.
Puedo decir que gracias a Boro, mi hermano de Guayabos, nos reconectamos con esa parte interior que estaba dormida. Ese instinto natural, esa cosa de la tierra, del fuego y de los animales que tenemos adentro.
De ahora en adelante, nunca más dejaré que se vuelva a dormir. Nunca nunca.

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De mi última semana en la bella Guadalajara.


Y la última semana fue movida, muy movida.
Arrancó con despedida y asado.
Continuó con peleas.
Pero esas no me importan.
Siguió con malentendidos, enojos.
Y estas si me importan.
Después con hablar, y amigarse.
Bien.
Krespo, y el tour a Tonalá y Tlaquepaque.
Las artesanías, las cerámicas y la belleza de esta cultura.
El guía poseído y más apasionado del mundo.
Las compras y más museos.
El pulque de fresa.
Mi amigo Krespo, gracias.
Luego mas discusiones. Y estas cansan.
Y hablar y amigarse otra vez.
Entenderse, me gusta.
Siguió con segunda despedida, en casa, en Santa Tere.
Y finalmente bailamos,
Pibes Chorros y Daft Punk.
Genial.
Los voy a extrañar.
El tequila y la cena estafa en Argentilia. Argentina e Italia, si.
El domingo y las decisiones y todo rápido.
Yo no quería, los chicos me convencen.
Y como todo en este viaje, me voy esta noche.
Sin valijas preparadas, ni pasaje, ni plata, ni nada.
Y los hermanos del alma, al pie del cañón.
Una despedida final, en la pileta, en Guayabos.
Una organización maratónica, de todo.
Cosas envueltas en ropa, Andra es mi mamá, libros que amortiguan, Berni cocina, Ro copia archivos, yo escribo la cápsula del tiempo pero cualquier cosa, Santi nos lleva, el micro espera.
Yo no quiero y todos vinieron y detesto las despedidas, siempre lo mismo.
Los abrazo y los abrazaría para siempre, y aún los hago.
Lloré con el corazón, muy fuerte.
Ro con las lágrimas, y la voy a extrañar tanto
Y a todos por supuesto, y me despido.
Subo y los veo por la ventanilla.
Me preguntan si el micro tenía wifi.
Camila y Berni eran la W, Andra la I, Santi la F y Ro la otra I.
Yo me muero de la risa, y les digo que no.
El micro arranca.
Los chicos, el barrio, las peleas, las risas, los puestitos, las cerámicas, las lágrimas, la casa, la bici, el centro, Guadalajara, se alejan y se alejan.
Se alejan de cuadras, de kilómetros.
Porque acá adentro, ahí, están mucho más cerca que antes.
Cerca y para siempre.
Comparto en mi corazón nuevos amigos, hermanos.
Y también comparto una nueva casa, aunque no lo hubiese creído.
Guadalajara, mi bella Guadalajara.



jueves, 30 de mayo de 2013

Una lección.

Cuando haces lo mejor posible y aún no lo vale. Y no sirve.
Cando un viaje se llena de favores para los demás, pero nadie te pregunta siquiera como estás.
Y no sirve.
Cuando haces cosas al pedo, y te cansas y te quedás con esa cosa ahi adentro. No sirve.

Finalmente me di cuenta que con la voluntad  no hacemos nada.
Y que evidentemente por más generosidad y energía que uno ponga, no todos servimos para hacer favores.
Yo no sivo, y claramente me sale mal.

Justo hoy pensaba en mis capacidades. O discapacidades, depende.
Pensaba, que hago todo y a la vez nada.
Y que dibujo, pero tampoco la pavada.
Que pinto, pero no tengo ni técnica.
Que canto, pero como me sale.
Que escribo, pero como hablo.
Que hablo, pero como escribo.
Hasta en la radio.
Que siempre fui el alumno promedio. Ni el mejor ni el peor.
Y así con todo. Con la vida.
Con los favores.

Y pensando un poco en el futuro, reparé en que no quiero tener que deberle nada a nadie. Nunca más.
No quiero jefes que te digan que hacer para después decirte que está mal y que estás mal. Y que no sirve.
Quiero que sirva, quiero poder y quiero que me salga.

Quiero ser mi propio jefe, y con mis discapacidades seguir creando, como pueda y como me salga.
Quiero pararme en un aula y compartir con más gentes mi poca técnica, mis pobres pavadas, mi habla escrita y mi escrito hablado.
Pero también quiero compartir toda esa pasión, esa voluntad y energía, aunque no como un favor.
Sino como verdad, como honestidad, como vida.

Quiero seguir siendo un alumno promedio, un profesor promedio, un diseñador promedio, no me importa eso.
Pero lo que si me importa es que sirva
Y que finalmente, ese favor sea para mi.


viernes, 24 de mayo de 2013

Crónicas del último mes en México. #8

Santa Tere.

( Para Andra, Ro, Berni y Deivid. )


A dos semanas de volver, es mi obligación hablar de Santa Tere, el barrio que me devolvió la integridad y la alegría plena en México.
Santa Tere es muy Santa Tere, osea, suena a como realmente es.
El nombre completo es Santa Teresita por supuesto, pero nada sería igual llamándolo así. Es Santa Tere y punto.
Un barrio barrio, con gente real, con laburantes, con miles de negocios de todo lo imaginable y esperable en un barrio barrio mexicano.
Santa Tere tiene vida, banderines y papel picado con los colores más mexa. Tiene puestitos bizarros y tiene a Cucú Taco y la Coca Cola en bolsita. Tiene casitas pintorescas, rojas, verdes, violetas, y gente que se ríe en la calle y toma aire en sus mecedoras, chicos jugando a la pelota y transeúntes que pasean, que compran, que trabajan y viven.
Santa Tere es simplemente hermoso, con callecitas y callejones que a la noche pueden ser medio siniestras, pero nada del otro mundo tampoco. Yo camino y vivo y me muevo igual que allá, como a la vuelta de casa, como en el Parque Castelli, o como en el diagonal. Igual igual.

Santa Tere tiene en Joaquín Angulo, entre Andrés Terán y Pedro Buzeta, en el numero 1487,
el interior C.
Y en el interior C está toda esa integridad y alegría que me faltaba.
Desde que llegamos nos invadió la paz y la tranquilidad tan propia de estar en casa. No solo la de estar con amigos, divirtiéndonos y pasándola bien, sino la de estar en familia.

Y hoy podría haber escrito sobre el domingo y de lo lindo que lo pasamos en Guayabos, ese lugar hermoso en el medio del bosque, con el laguito, la pileta y lo parecido que es a La Madriguera y la casa de los Weasley, diría Andra.
O también podría haber contado de ayer a la noche en Andares, el shopping tal vez más increíble y careta que vi en mi vida. Aunque fresa y cheto como pocos, es muy lindo y con flores, palmeras y fuentes por todos lados. También podría haber contado de como me hizo acordar a Audrey Hepburn en Desayuno en Tiffanys cuando dice que sentía que nada malo podía pasarle allí, el lugar más seguro del mundo. Y si, es cierto, uno se siente así. Entre estúpido y contento, que se yo.

Pero no, la verdad que no. Hoy necesité agradecerle a la vida algo mucho más grande, y es el haberme cruzado con Santa Tere.
Y entonces recorrí al amado barrio toda la tarde, solo y felíz, y caminé y caminé, y en un momento parecía que se iba a largar a llover, el cielo naranja tronaba y el calor lo pedía, pero no, aún no.
Y seguí caminando hasta mucho más lejos que el Soriana y el Mc Donalds y más más lejos, hasta que subí a esa escalera mecánica a quién sabe dónde, y entonces me recibió una enorme planta de jazmines que me penetro por los poros y la mente y los ojos. Y el corazón.
No se por qué pero sentí que iba a llorar de felicidad, y de rareza también. No lo hice.
Y entonces volví a la casa, felíz.

Esta noche volvimos a cenar todos, vino Tihany también y Camila. Hice unos spaguettis con una salsa invento de brócoli y champignones que a todos pareció conformarles, y me gustó. Porque por adentro mientras cocinaba pensaba en que hoy, justo justo hoy, dentro de dos semanas clavadas, voy a estár de regreso en casa. Y fue raro, volver a casa aún estando en casa. La del interior C. De casa.

Y me gustó que cuando las visitas se fueron, como siempre, quedó la familia ahí, echada en el piso cual morsas, descostillándose de la risa a más no poder. Felices y en familia.
Hasta que Andra se animó, y fue la primera en atacar. Y les contó a todos que recién ayer leyó mi capitulo de La rumana, y que lloró, y que se lo envió a su prima en Canadá, quien también lloró, y esta a su vez lo tradujo al rumano y se lo mandó a toda la familia. Y que por lo tanto, en Rumania, varias personas están leyendo el capítulo de La rumana, en rumano. Y yo acá en Mexico, entre carcajadas, casi lloro también.
Siguió Berni, mi carnal Berni. Carnal de hermano, eso quiere decir. Que hoy tuvo un día tremendo en la oficina, que estuvo estresado todo el día y mala onda, y que no llega con los tiempos y todas esas cosas chotas que nos ponen tan mal. Pero que lo único en el mundo que lo esperanzaba y reconfortaba, era saber que iba a regresar a casa y que íbamos a estar todos juntos acá esperándolo, que eso le daba fuerzas y que lo pone felíz, más que todo. Y el hijo de puta, una vez más, casi que me aniquila. Pero me aguanté.
Deivid tan increíble como siempre, con toda su paz y esa buena gente que tiene en la cara, no se hizo esperar, y supo coronar la situación. Que cada noche le agradece a Dios el estár acá, en esta casa, con todos nosotros juntos y en familia, y que así es felíz.
Y de esa forma todos morimos, una vez más.
Yo expliqué como pude y como me salió, que estos días ando un poco sensible. Ro ya lo sabía obvio, y cuando Lou esta tarde le preguntó por mi, respondió tal cual, -está sensible.
Yo se que ella también, lo sé.
Y no pude contenerme a agradecerles con el alma, por todo, a cada uno. Por devolverme en este barrio, en esta casa y entre estas gentes, la ONU de Santa Tere, esa integridad y alegría que me faltaba para cerrar este loco loco viaje en México. Que a la vez nunca se va a cerrar, que mis nietos van a saber de ellos y que ya son parte de mi vida, de mi alma.

Finalmente, con Berni expusimos ante todos nuestra brillante idea de la otra noche.
La capsula del futuro. Me contó que una de las tradiciones al terminar la prepa acá en México, es reunirse la promoción completa a escribir mensajes y cartas para el futuro, guardarlos en unos frasquitos y enterrarlos bien profundo para que cuando se cumplan los diez años de egresados, se junten nuevamente todos a desenterrarlos y leerlos.
Juntos.
Y entonces se nos ocurrió hacer lo mismo entre nosotros cinco. Escribir mensajes, cosas que nos pasaron este tiempo, anécdotas graciosas, o no tanto, dudas futuristas, o lo que se nos ocurra. Para luego enterrarlos bien profundo, pero acá. En el cachito de tierra que tenemos en el patio, al lado del arbolito, o no, mejor en una esquina. Y sellar un pacto de amistad, de familia.
El de regresar dentro de diez años, estemos donde estemos, como estemos. Los cinco.
Golpear la puerte del interior C, del 1487 de la calle Joaquín Angulo entre Andrés Terán y pedro Buzeta, del glorioso barrio de Santa Tere, para desenterrar esos mensajes, o anécdotas o que se yo qué cosas.
Y revivir todos juntos este mes, este pequeño mes de una vida entera y larga, pero que quizás un poco o quizás mucho, nos cambió la vida a todos. Y nos devolvió esa cosa que nos faltaba, o que aún todavía ni siquiera conocíamos.
Otra noche más, felices y con alguna que otra lagrima reprimida, por mi cuenta fueron varias, nos fuimos a dormir. A soñar con esos diez años...




( Gracias, eterna e infinitamente. Los adoro.)


miércoles, 22 de mayo de 2013

Lástima.

 1.  f. Compasión, sentimiento de tristeza o dolor.
 2.  Cualquier cosa que cause disgusto, aunque sea ligero.




Porque al final de todo, siempre siempre, me terminás dando lástima.
Pobre.
Pobre pobre.
Y te diría que tenés todo pero no tenés nada.
Que así las cosas no son.
Que te mires por adentro, que te corras aunque sea un cachito de tu pelotudez. Y de tus forradas.
Tan estúpida.
Tan ciega.
Tan vacía.
Que mires a la gente, a quienes te rodean.
Que los cuides y que te cuides.
Te diría que pienses antes de hablar.
Te diría que pienses.
Que no hables, aunque sea por un rato. Shh.

Pobre.
Te diría que aproveches el tiempo.
Que vivas tu casa, que tengas amigos, que bajes un cambio.
Que bajes mil cambios, y ahí arrancamos.
Te diría que te agradezco ciertas cosas,
pero muchas otras no.
Te diría que me hubiese gustado quererte o entenderte al menos,
pero cansinamente me resigné. Y no.

Pobre che.
Te diría todo esto en la cara, como a mi me gusta.
Pero la verdad ya es en vano.
Vos no querés ni te importa.
Y por lo tanto a mi, muchísimo menos.
Porque de esta forma, ni quiero ni me importa.
De otra tal vez sí.
Y me da lástima, al final de todo siempre siempre me das lástima

Y te diría tantas cosas que tal vez te hagan bien.
Pero no.
Pobre.


domingo, 19 de mayo de 2013

Crónicas del último mes en México. #7


Después de la boda.

A unos veinte días de volver, me decidí a vivir.
Y a juntar más anécdotas.

Como la cena, finalmente, de todos juntos la otra noche. Y nos costó, pero estuvimos todos todos. Berni, Andra, Deivid, Ana y nosotros. Hicimos otra vez tarta porque nunca falla y a ellos les encanta, aunque le digan pizza.
Nos reímos como locos y nos quedamos hasta re tarde hablando de la vida y de los hermanos y más dichos nacos, y argentinos intentando hablar como mexicanos y viceversa.

Como cuando chateamos con Ro el otro día y ella decía que me leía y que le gustaba aparecer como la amiga del autor. Y me hizo acordar a Hobsbawm cuando decía "el tío del autor, tal cosa. Los padres del autor, tal otra".
Quería que cuente que se le reinició la Mac en el trabajo y que se le cerro el Illustrator no se cuantas veces en un mismo día y que sólo a ella le pasan esas cosas. Y si.

Como cuando nos subimos la otra noche a la terraza con Andra a tomar unas Barrilito y a ver el anochecer. Podría casi afirmar que es una de las mejores vistas o paisajes que vi en mi vida. Guadalajara en 360º. Increíble. Hablamos de muchas cosas y de mi nostalgia, y cómo ella se dio cuenta enseguida de que yo era así. Por lo visto soy bastante sincero conmigo aunque a veces ni lo piense, y me copa.

Como el otro día caminando por el centro, sólo una vez más y con muchísimo calor, pero contento. Y las bizarreadas atravesando el mercadito, o esa feria del libro cristiana o no se qué era, o al nene que se le quedó un avioncito atorado en las ramas de un árbol y cómo el papá trepó súper alto para rescatarlo.

Como la de mi extraña experiencia finalmente con la Coca Cola en bolsita. Desde que llegamos a Guadalajara lo miré de reojo, y creí que nunca lo iba a poder hacer, pero bueno, algo tan mexicano no se me podía escapar. Y el flaco destapó la botellita, agarró una bolsa, vació la coca enterita, pajita, nudo y dale que va. Desagradablemente práctico aunque no lo parezca. Y gracioso.

Como esta noche de pelis en la oficina con Berni. Y de su insistencia por ver esta y no otra. Después de la boda. A los 10 minutos me di cuenta que ya la había visto, hace un par de años. Pero me encantó volver a verla. Después de la boda a Jacob le cambia la vida completamente, y ya nada va a volver a ser como antes.

Y fue ahí entonces cuando recordé una anécdota más, pero vieja. La primera de hecho en Guadalajara, al segundo día, recién llegados.
La boda en Chapala; nuestro supuesto trabajo decorando una combi; la mega fiesta en la casa del presidente; nuestra incomodidad de no saber que más hacer; más tarde durmiendo en la combi decorada; finalmente en la pista de baile tomando tequila y bailando con los ricos; y por último, echados de la misma por el wedding planner para jamás regresar.
Igual que a Jacob, después de la boda nada volvió a ser igual. Nada nada.

Y aunque hasta hace un tiempo muchas cosas me daban todavía un poco de bronca o lástima, me decidí de ahora en más a solamente vivir. Como en la película, Jacob nunca imaginó cómo se iban a dar las cosas, y el no quería, no se lo esperaba, pero igual se la fumó. Y se dispuso a vivir, así.
Y yo también, no solo a vivir sino a juntar muchas más anécdotas. Inesperadas, de las que te cambian la vida y de las que no dejan que nada, bajo ningún motivo o circunstancia, vuelva a ser como antes.









martes, 14 de mayo de 2013

Crónicas del último mes en México. #6

De una muerte anunciada.


Me encanta como Gabo arranca diciendo:
El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana...
blablabla.
Siempre me encantó eso de saber el final desde un principio, y de a poco ir viendo como se va llegando a la resolución. Es apasionante. Y Gabo es el mejor en eso.
Pero en las novelas o las películas, claro.

Hoy por primera vez caí en cuenta realmente de los eventos y de como se dieron.
Me sentí tan al pedo que no me gustó ni medio.
Ordené un poco.
Fui al super.
Volví. Almorcé un pan.
Hablé con un par de gentes por chat, como siempre.
Mendigué trabajo por mail que jamás me van a dar.
Me di vergüenza.
Caminé dos cuadras pero volví porque me dio mucho calor.
Me tomé el frapuccino más feo del mundo acá al lado. Y me dije -por veinte pesos que querés.
Y si.
Vinieron las chicas del trabajo.
Y yo no trabajé.
Luego me enteré que ya ni importo, total me voy.
Lo único que más me jodió.

Evidentemente hoy caí en cuenta, realmente, de los eventos, y me sentí un poco Santiago Nasar.
De como el pueblo entero de Macondo sabía de su trágica y triste muerte anunciada.
Pese a su inocencia, el pobre Santiago terminó con los chinchulines colgando,
desparramando un olor a mierda insoportable por todos lados.
Demasiado exageradamente, por supuesto, me sentí un poco Santiago Nasar, con sus chinchulines colgando.

Más tarde y curiosamente cuando pensé que ya no iba a encontrar jamás las 3 cosas buenas del día, viéndome en mi lecho de muerte a los pies de la casa de la ancianita Wenefrida Márquez,
todo cambió.
El skype con la pichu, los mocos y el dolor de garganta y de panza de tanto reírme. De sus amoríos, su tanga, su trabajo bizarro y de todo.
Los ñoquis que nos mandamos con Ro que me reventaron, pero que estaban buenísimos. Terribles.
Estar sentado en el living charlando con Berni y Ro, riéndonos de los dichos nacos mexicanos y explicando el por qué de la concha de la lora. En este living, de esta casa, con los chicos. Lo mejor de lo mejor.
Ahí están, 3 cosas buenas.

Me encanta como Gabo hace eso, contar el final desde el principio para luego ir narrando como se dieron los hechos que lo antecedieron.
Me encanta para las novelas o las películas.
Pero para la vida no se puede, por más que todos sepan que uno va a terminar con los chinchulines colgando, siempre pueden llegar más cosas mucho más copadas y menos dolorosas. Y olorosas.
Siempre siempre.
Por más que la puta de Ángela Vicario diga lo contrario.